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Normas de calidad y mejora genética vegetal en el modelo de alimentación actual y futuro

En los últimos años, venimos asistiendo a la aparición continua de múltiples normas de calidad en el sector agroalimentario, con objeto de dar satisfacción a las demandas constantes provocadas por los consumidores, más allá de los requisitos legales que obligan a controlar determinados aspectos relacionados con la salud.

Cada vez solicitamos productos con menor contenido en residuos de plaguicidas. Este hecho ha sido determinante en las tendencias de consumo cambiando la toma de decisiones de compra en función de la percepción del consumidor ante la posible contaminación que pudiera contener el producto comprado (Globalgap, UNE 155.000, F2F, Nurture, AH)

La armonización de la legislación de plaguicidas en la UE fue un gran avance para la organización de programas de producción de las organizaciones de productores ya que supuso una revisión y reducción de los plaguicidas más cuestionados para la salud del consumidor. La diferenciación entre supermercados para ofrecer productos cada vez más saludables ha provocado en los últimos cinco años que se establezcan criterios de restricción a la legislación europea de plaguicidas que superan las exigencias, en algunos casos, más allá de las prácticas agronómicas razonables. Así, algunos supermercados han establecido normas o requisitos particulares para la compra, por ejemplo: que los productos no contengan más de 5 materias activas o que el LMR-límite máximo de residuos de plaguicidas no supere 1/3 del LMR UE). Esto evidencia que la seguridad por la salud del consumidor sigue y seguirá siendo factor clave en la alimentación.

Asegurar y controlar todos los riesgos tanto físicos, químicos como microbiológicos asociados a los procesos a lo largo de la cadena alimentaria, a través de un sistema de la gestión de la calidad, es objeto de múltiples normas que intervienen en el Sistema para garantizar y dar confianza al consumidor (HACCP, BRC-IFS, ISO 22.000, ISO 9.000)

Las consecuencias tanto sociales como de negocio asociadas a la falta de seguridad en las instalaciones por no someter a control los riesgos derivados de la actividad laboral ha producido la intensificación de inspecciones oficiales y el establecimiento de normas voluntarias de cumplimiento (Prevención de Riesgos Laborales, AFSecurity Chain).

El consumidor, a través de los productos socialmente responsables identifica el compromiso de las empresas con el cumplimiento de la legalidad, los convenios colectivos de los trabajadores, y el trato igualitario independientemente del sexo, color o religión (Grasp, BSCI, ETHI, Sedex, AGEthical Trading).

El trato sostenible de los recursos productivos, agua, fertilizantes, energía y la reciclabilidad de los residuos generados en todos los procesos, cuenta con el compromiso del consumidor que está dispuesto a obtener productos con certificado medioambiental (LEAF Marque, ISO 14.000)

La explotación de nuevas variedades vegetales, el desarrollo de insectos y organismos beneficiosos para el control de plagas y enfermedades, la mejora de la fertilización orgánica y el aumento de la demanda de productos ecológicos han provocado la diversificación de los sistemas de producción en la agricultura actual, convencionales, integrados y ecológicos, certificados bajo diferentes estándares según su naturaleza (Producción integrada, Agricultura ecológica).

Mucho más profundo ha sido el desarrollo diferenciador de la agricultura ecológica del que parten iniciativas de diversificación y certificación bajo normas de calidad que posicionan e identifican sus productos (Bioland, Naturland). En algunos casos la agricultura ecológica va más allá: “no solo se trabaja con las fuerzas de la tierra sino que también se toman en cuenta las fuerzas provenientes del cosmos” (Agricultura biodinámica, marca protegida Démeter).

Hay que destacar el valor de la mejora genética vegetal en la calidad de los alimentos, ya que, sobre la base actual referenciada, se está diseñando cómo será la comida de mañana desde el punto de vista:

 

  1. a) nutricional, aportando valor alimenticio, salud, predominancia de aditivos naturales y elementos dietéticos, ayuda clínico-médica, combinados con nuevos tipos de proteínas;
  2. b) sanitario, inocuidad por reducción de tratamientos por las resistencias a plagas y enfermedades que incorporan;
  3. c) técnico, por su estabilidad, reducción de tiempos de producción y recolección, plantas “reviviscentes” adaptadas a la sequía importante que sufren zonas subdesarrolladas y falta de calidad del agua en zonas desarrolladas, vida útil e impacto medioambiental;
  4. d) práctico, productos de conveniencia para el consumidor ocupado, mejor conservados; y e) hedónico, criterios organolépticos, texturas, sabores, formas, alimentos enriquecidos o funcionales, alimentos personalizados adaptados a nuestras necesidades.

En cualquier caso, comer seguirá siendo un placer en el futuro, un placer seguro y saludable.

 

 

Francisco Petit

Director Técnico Geslive

 

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